¿Se imaginan a Lewis Hamilton doblando cucharas o parando relojes con la mente? Quizá la cosa no llegue a mayores pero, al menos, tiene un buen maestro para cuando decida dejar la Fórmula 1. Uri Geller, aquel mítico ilusionista israelí de los años setenta, es el arma secreta del piloto inglés para rubricar su primer Mundial, según aseguraba el tabloide londindense 'Sunday Star'. En China, las cosas salieron perfectas. Habrá que ver cómo funciona el método en Brasil. Allí no habrá margen de error.
El mentalista israelí, de 61 años, confirmó sus contactos con el piloto británico, antes de la carrera de China. "Le envié una serie de pensamientos positivos para ayudarle a cambiar su actitud mental sobre las dos últimas carreras", admitía el propio Uri Geller.
El resultado fue perfecto. Victoria en Shanghai, tras un fin de semana intachable. Cero errores y el Mundial en sus manos. Sin embargo, ahora toca subir el último y decisivo escalón. El mismo con el que tropezó estrepitosamente hace un año. "He hablado con Lewis de la necesidad de ser positivo y le he convencido de que todo aquello se visualiza mentalmente, se materializa, dado que lo que se alcanza con la mente luego se consigue con el cuerpo", teorizaba el israelí.
Ambos se conocieron hace un mes en Londres y Hamilton no dudó en ponerse en sus manos para "aumentar su concentración en carrera". Quizás su punto más débil. Poner algo de pausa a su ímpetu al volante. El orden suficiente para que los siete puntos de distancia que tiene sobre Felipe Massa sean, este año sí, definitivos para levantar su primera corona. La estocada final en Brasil.
El mentalista israelí, de 61 años, confirmó sus contactos con el piloto británico, antes de la carrera de China. "Le envié una serie de pensamientos positivos para ayudarle a cambiar su actitud mental sobre las dos últimas carreras", admitía el propio Uri Geller.
El resultado fue perfecto. Victoria en Shanghai, tras un fin de semana intachable. Cero errores y el Mundial en sus manos. Sin embargo, ahora toca subir el último y decisivo escalón. El mismo con el que tropezó estrepitosamente hace un año. "He hablado con Lewis de la necesidad de ser positivo y le he convencido de que todo aquello se visualiza mentalmente, se materializa, dado que lo que se alcanza con la mente luego se consigue con el cuerpo", teorizaba el israelí.
Ambos se conocieron hace un mes en Londres y Hamilton no dudó en ponerse en sus manos para "aumentar su concentración en carrera". Quizás su punto más débil. Poner algo de pausa a su ímpetu al volante. El orden suficiente para que los siete puntos de distancia que tiene sobre Felipe Massa sean, este año sí, definitivos para levantar su primera corona. La estocada final en Brasil.
Fuente: El Mundo
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